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El cielo se está cayendo, y me está persiguiendo.

​

No estoy corriendo, porque sé que no puedo huir de mis pecados.

​

Los árboles tienen rostro y se están riendo de mí.

​

El pasto tiene manos y me está arrastrando hacia abajo.

Mí amado…

Puedo verte, esperándome en el otro lado.

Tus cuencas estás vacías, pero tu sonrisa jamás se había visto tan viva.

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